La alergia a la leche de vaca. Problema y solución

¿Qué es la alergia a la leche de vaca?

La alergia a las proteínas de la leche de vaca (APLV) es una reacción de hipersensibilidad frente a ciertas fracciones de dicho alimento, esto es, en otras palabras, una reacción exagerada de nuestro organismo frente a una sustancia, que en condiciones normales, no se produce.

Los síntomas pueden ser leves y autolimitados, o graves y de instauración rápida, pudiendo llegar a comprometer la vida del niño (anafilaxia).

Para que dicho fenómeno tenga lugar, es preciso el reconocimiento de estas fracciones de la leche (proteínas) por parte de nuestro organismo y la generación de anticuerpos específicos que reciben el nombre de Inmunoglobulinas E (IgE). Esta primera fase se denomina sensibilización alérgica. 

Posteriormente, en subsiguientes contactos, se produce un reconocimiento de las proteínas de la leche y se desencadena la reacción alérgica mediante la liberación celular de moléculas pro-inflamatorias.

Alergia a la leche de vaca

¿Es tan frecuente la alergia a la leche? ¿Se puede superar?

La prevalencia de la alergia a la leche en los niños está en aumento, presentándose en función de los estudios, entre el 1.9-4.9% de la población pediátrica europea, aunque las cifras varían según la edad.

Aunque el pronóstico va a cambiar en función de la edad de presentación y diagnóstico, el tipo de reacción presentada (inmediata o retardada) y otros factores estudiados, la alergia a leche que se inicia en la infancia habitualmente evoluciona hacia la tolerancia espontánea, llegando a ser superada antes de los 2 años desde el diagnóstico en el 50% de los niños y antes de los 5 años en el 90% aproximadamente.

Qué ocasiona la alergia a la leche?

El motivo del aumento de la alergia a la leche no ha sido esclarecido completamente, existiendo numerosas teorías al respecto.

Aunque los factores de riesgo tampoco están suficientemente aclarados, entre otros encontramos factores genéticos, factores maternos, nutricionales, obstétricos y exposiciones ambientales. Otros serían la cesárea, la presencia de otras enfermedades alérgicas como atopia, la elevada edad materna, bajos niveles de vitamina D, exposición al tabaco, la obesidad, etc.

¿Qué síntomas podemos encontrar?

Los síntomas se pueden observar a diferentes niveles, y con distintos niveles de gravedad:

  • Síntomas cutáneos: Son los más frecuentes, y suelen consistir en picor, enrojecimiento cutáneo, erupciones urticariales (habones), edema de distintas partes del cuerpo (parpados, labios, lengua) o empeoramiento de la dermatitis atópica.
  • Síntomas rinoconjuntivales: Estos consisten en congestión nasal, estornudos, moco, picor de nariz, enrojecimiento ocular, hinchazón y lagrimeo.
  • Síntomas respiratorios: Es de capital importancia reconocer estos síntomas porque pueden ser los primeros en aparecer ante una reacción anafiláctica. Los síntomas pueden ser tos, carraspeo o picor faríngeo, dificultad respiratoria, sensación de cuerpo extraño en la garganta, pitos y cambios en el tono de voz.
  • Síntomas digestivos: Podemos observan vómitos con o sin diarrea asociada, dolor abdominal y rechazo del alimento.

  • Síntomas sistémicos: Aunque algunos son más difíciles de detectar, estos síntomas son muy importantes y pueden comprometer la vida. Son el mareo, la hipotensión, la taquicardia, la pérdida de conocimiento y la parada cardiorrespiratoria.

Cuando más de dos de estos tipos de síntomas se asocian o son de tipo respiratorios o sistémicos únicamente, nos encontramos ante una reacción anafiláctica, que puede ser grave, urgente y potencialmente mortal.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico adecuado se consigue mediante la realización de un serie de pruebas cutáneas (prick test) o analíticas que ponen de manifiesto la existencia de inmunoglobulina E frente a la leche.

Aunque estas pruebas presentan un alto valor diagnóstico, la prueba definitiva que demostrará la existencia o ausencia de la enfermedad alérgica a la leche será la prueba de exposición oral controlada, la cual se realiza en servicios de alergología habitados para ello, y bajo supervisión de especialistas en alergología.

¿Qué factores pueden influir en la gravedad de los síntomas?

Entre otras cosas, la gravedad de los síntomas va a variar en función de:

  • Intensidad de la sensibilización: mientras más alérgico sea un niño, más graves serán sus síntomas.
  • Cantidad de leche ingerida: Existe una cantidad mínima de alimento a partir de la cual se producen síntomas, por lo que a mayor cantidad, peor será la reacción.

-Enfermedades concomitantes: Enfermedades respiratorias (asma, fibross quística, etc.), infecciones respiratorios, cuadros febriles, etc.

-Intensidad de la reacción en contactos previos.

¿Qué debemos de hacer si sospechamos que nuestro hijo es alérgico?

Lo importante es ponerlo en conocimiento de nuestro pediatra lo antes posible, para que evalúe la situación y valore remitirlo al alergólogo para su correcto estudio y diagnóstico.

¿Qué debemos hacer si nuestro hijo es alérgico a la leche?

Existen varias medidas encaminadas a la protección del niño frente a la aparición de una reacción.

  • La primera medida y la más importante es la evitación de la ingesta del alimento. Esta medida se realiza una vez estamos seguros del diagnóstico.

Se trata de detectar todos aquellos alimentos que contienen leche como tal o proteínas de leche (trazas) a fin de eliminarlos de la dieta del niño.

Hay que evitar también la leche de cabra u oveja, dada la alta similitud entre las proteínas de estos animales.

  • A menudo, esto supone un grave problema para los padres, ya que podemos encontrar a las proteínas de la leche en multitud de alimentos (pan, galletas y bollería en general, embutidos, golosinas, platos precocinados, pescados congelados, cosméticos, medicamentos, etc) lo cual produce un nivel de preocupación y estrés muy alto.

Por todo esto de muy importante revisar los etiquetados y conocer los distintos nombres con los que podemos encontrar a las proteínas de la leche en distintos etiquetados:

  • CASEINAS: son el 80% de las proteínas de la leche entera: Bos d8: alfa caseina (pm 23,6KD) 42%  Betacaseina (pm 23,9KD) 25%

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